Caminaba ese ocaso con sigílo por un sendero cerrado de árboleda frondoza que, se hacián un poco amenazantes al cerrarme la visión, a mi izquierda por arriba de la copa de los árboles asomaban los picos de algunas montañas con cierta bruma gris como un suave manto que se desplazaba tranquilamente como tironeadas con suavidad por una mano gigante, mi paso seguía silencioso por el empedrado antiquisimo, casi enterrado y perdido debajo de un pastizal verde nacido de entre las piedras seleccionadas y puestas allí por manos milenarias.
Mi armadura, oscura y opaca sin brillo, dura y liviana de ébano, forjada en piezas y luego ensamblada talladas en toda su extensión en diminutos recuerdos de historias de otros tiempos, sus exquisitas formas simulando escamas enormes de dragon con afiladas puntas expresa respeto a quien la contemple, fue sin querer a dar con mi talla cuando di con ella, precencia imponente con innumerables escaramuzas de combate. Mi espada de algún otrora heroe con mucha sangre derramada estaba en su funda junto con una daga que fué hechizada por un terrible mago del cual su nombre es inpronunciable. En mano y dadas las circunstancias un arco de ébano con ártilugios mágicos y el carcaj lleno de flechas recogidas en innumerables contiendas ganadas, era un arma ideal para cruzar por aquellos parajes tan peligrosos, hasta el aire era hostil, apretado en el cuello, helado que me ejercía un pequeño dolor en la sien como si de un cuchillo de hielo se tratara. saqué el mapa y busqué mi posición y allí estaba a escasos metros del destino, guardé rapida y silenciosamente el mapa y cargué una flecha sobre el arco, caminé varios metros mas agachado aún hacia el borde del camino casi pegado a la arboleda y seguí así hacia adelante, de repente todo se silenció, dejaron de amacarse y crujir las ramas de los árboles, dejaron de cantar los grillos y los buhos, el susurro del viento se detuvo y yo también me detuve con la vista puesta al frente, retuve la respiración, supo que yo había llegado, tenzé el arco, respiré por lo bajo, seguí inmovil un tiempo.
La noche ya había ganado terreno, una silueta oscura se presentó a varios metros de mi, salida de entre los árboles y se quedó allí, al principio parecia pequeña. la oscuridad lo camouflaba todo, disparé un flechazo al bulto, la bestia gimio brutal y desgarradoramente, un centelleo de ira y dolor dispararon unos ojos amarillos brillantes como una antorcha comiendose la negrura de la noche, pude ver la sombra del monstruo recortada en el camino cuando la luna quito unas nubes que la tapaban, era un licantropo de casi tres metros de alto, jadeaba, sus pulmones se hinchaban y desinchaban frenéticos, partió lo que sobresalía de la flecha, me buscaba entre los matorrales, me olfateaba, pero no me podía ubicar, seguía allí inmovil, alzó las orejas y apuntó la trompa en mi dirección, me presentía, pero seguía sin verme,sepuso en cuatro patas y la pelambre del lomo rojizo apenas se vislumbraba por la luz de la luna daba un aspecto pavoroso y terrorifico, comenzó a caminar en mi dirección,agazapado y silencioso, la luna se volvio a ocultar y la oscuridad fue absoluta.
Mi armadura, oscura y opaca sin brillo, dura y liviana de ébano, forjada en piezas y luego ensamblada talladas en toda su extensión en diminutos recuerdos de historias de otros tiempos, sus exquisitas formas simulando escamas enormes de dragon con afiladas puntas expresa respeto a quien la contemple, fue sin querer a dar con mi talla cuando di con ella, precencia imponente con innumerables escaramuzas de combate. Mi espada de algún otrora heroe con mucha sangre derramada estaba en su funda junto con una daga que fué hechizada por un terrible mago del cual su nombre es inpronunciable. En mano y dadas las circunstancias un arco de ébano con ártilugios mágicos y el carcaj lleno de flechas recogidas en innumerables contiendas ganadas, era un arma ideal para cruzar por aquellos parajes tan peligrosos, hasta el aire era hostil, apretado en el cuello, helado que me ejercía un pequeño dolor en la sien como si de un cuchillo de hielo se tratara. saqué el mapa y busqué mi posición y allí estaba a escasos metros del destino, guardé rapida y silenciosamente el mapa y cargué una flecha sobre el arco, caminé varios metros mas agachado aún hacia el borde del camino casi pegado a la arboleda y seguí así hacia adelante, de repente todo se silenció, dejaron de amacarse y crujir las ramas de los árboles, dejaron de cantar los grillos y los buhos, el susurro del viento se detuvo y yo también me detuve con la vista puesta al frente, retuve la respiración, supo que yo había llegado, tenzé el arco, respiré por lo bajo, seguí inmovil un tiempo.
La noche ya había ganado terreno, una silueta oscura se presentó a varios metros de mi, salida de entre los árboles y se quedó allí, al principio parecia pequeña. la oscuridad lo camouflaba todo, disparé un flechazo al bulto, la bestia gimio brutal y desgarradoramente, un centelleo de ira y dolor dispararon unos ojos amarillos brillantes como una antorcha comiendose la negrura de la noche, pude ver la sombra del monstruo recortada en el camino cuando la luna quito unas nubes que la tapaban, era un licantropo de casi tres metros de alto, jadeaba, sus pulmones se hinchaban y desinchaban frenéticos, partió lo que sobresalía de la flecha, me buscaba entre los matorrales, me olfateaba, pero no me podía ubicar, seguía allí inmovil, alzó las orejas y apuntó la trompa en mi dirección, me presentía, pero seguía sin verme,sepuso en cuatro patas y la pelambre del lomo rojizo apenas se vislumbraba por la luz de la luna daba un aspecto pavoroso y terrorifico, comenzó a caminar en mi dirección,agazapado y silencioso, la luna se volvio a ocultar y la oscuridad fue absoluta.